Al Momento del Bautizo

Por Paul Melton

 

Algunos se burlan y menosprecian el bautismo bíblico. Una vez, un predicador dijo, “¡Ustedes creen en el bautismo porque quieren conocer los peces!” A pesar de los que socavan la importancia del bautismo, la Biblia todavía enseña que Dios hace grandes maravillas para nosotros cuando nos bautizamos. A continuación estudiemos algunas de ellas.

 

I. Al momento del bautizo, Dios nos circuncida (Colosenses 2:11,12).

 

Antes de bautizarnos, estábamos “muertos en pecados y en la incircuncisión de nuestra carne”. ¡Estábamos incircuncisos espiritualmente! ¡Estábamos en pecado! Nuestras almas estaban arropadas con pecado.

 

Pero en el bautismo, Cristo nos circuncida. Colosenses 2:11,12 dice: “En él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha con manos, al despojaros del cuerpo pecaminoso carnal mediante la circuncisión que viene de Cristo. Fuisteis sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también fuisteis resucitados juntamente con él, por medio de la fe en el poder de Dios que lo levantó de entre los muertos”. Jesús nos ha circuncidado. No nos circuncida físicamente, porque fuimos “circuncidados con circuncisión no hecha con manos” de hombre. Fueron las manos de nuestro Salvador las que obraron nuestra circuncisión. Jesús ha cortado el prepucio de nuestro corazón.

 

¿Qué es esta circuncisión espiritual? ¿Es la circuncisión espiritual el bautismo? No puede ser el bautismo porque el bautismo es algo que NOSOTROS hacemos, mas la circuncisión es algo que hace el Señor mismo.

 

La circuncisión espiritual es el “echar de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal”, es decir, la eliminación (despojo) del pecado del alma de uno. En el Antiguo Testamento, los judíos circuncidaban físicamente a sus niños varones. Cuando el tierno cumplía ocho días de edad, un judío mayor tomaría un cuchillo de piedra y cortaría el prepucio de su cuerpo.

 

De la misma manera, cuando somos bautizados, Jesucristo en un sentido figurativo, toma un cuchillo y corta nuestros pecados de nuestra alma. Si usted se ha bautizado, sea hombre o mujer, Cristo le ha circuncidado.

 

II. Al momento del bautismo, Dios lava nuestra alma.

 

Cuando el rey Salomón edificó el magnífico templo de Dios, construyó afuera de él, un lavabo gigante llamado LA FUENTE. La fuente podía contener 12.000 galones de agua. Antes de entrar al templo, los sacerdotes tenían que lavarse en este gran lavabo (1 Reyes 7:23-26). No se permitía a los sacerdotes entrar al templo para adorar a Dios, sin antes lavarse en LA FUENTE. Lo mismo se aplica a nosotros. Si no nos lavamos por medio del bautismo, no podemos acercarnos a Dios para adorar su nombre. Hebreos 10:21,22 nos dice, “y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.Tal como estos judíos tenían que lavar la tierra de sus cuerpos, nosotros tenemos que limpiar nuestras almas de la suciedad del pecado mediante el bautismo. Ananías le dijo a Saulo, “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y LAVA tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).

 

III. Al momento del bautismo, Dios nos salva de derramamiento de su ira (1 Pedro 3:20,21).

 

Dios aborrece el pecado y cuando miró la maldad del mundo en los días de Noé, dijo: “Destruiré al hombre que he creado de la faz de la tierra”. ¡Y eso es exactamente lo que hizo! Sin embargo, salvó a una familia de ocho personas. Hermanos, Dios todavía aborrece el pecado y está listo para derramar su ira sobre nosotros. ¿Cómo pues nos podemos salvar? ¡Dios nos salvará de la misma manera que salvó a Noé!

 

Noé fue salvo por GRACIA. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:8). Noé también fue salvo por FE. “Por la fe Noé, … con temor preparó el arca en que su casa se salvase” (Hebreos 11:7). Tercero, Noé fue salvo por AGUA. 1 Pedro 3:20 dice que “ocho fueron salvados por agua”.

 

De igual manera, somos salvos por GRACIA y FE. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” (Efesios 2:8). Tal como Noé, somos salvos por AGUA. “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” (1 Pedro 3:21).

 

IV. Al momento del bautismo, Dios nos pone en el cuerpo de Cristo.

 

“Porque por un sólo espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo”. Ya que el cuerpo es la iglesia (Colosenses 1:18), cuando me bautizo en el cuerpo de Cristo, me estoy bautizado en la iglesia de Cristo. Cuando nos bautizamos, el Señor nos añade a su iglesia (Hechos 2:47).

 

Al momento del bautismo, Dios nos pone en una relación con el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Mateo 28:19 dice, “Haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. En el bautismo Dios viene a ser nuestro Padre y Cristo nuestro esposo espiritual.

 

Al momento del bautismo, Dios nos pone en la muerte de Cristo (Romanos 6:3). Somos bautizados “en su muerte”, el lugar donde Cristo derramó su sangre. Cuando los soldados “le vieron ya muerto” a Jesús, uno de ellos “le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:33,34).

 

Sin la sangre de Cristo, el bautismo no vale nada. La sangre de Cristo nos puede redimir (Efesios 1:7), nos limpia de pecado (Apocalipsis 1:5,6), nos justifica (Hebreos 10:29), nos reconcilia (Ef. 2:13), nos perdona (Mateo 26:28), y nos limpia la conciencia (Hebreos 9:13,14).

Dios ha escogido el bautismo como el acto en el cual Dios aplica la sangre redentora de Cristo a nuestras almas. ¿Quiere ponerse en contacto con la sangre de Cristo? Entonces, ¡bautícese!

 

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